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sábado, 28 de mayo de 2011

Arena y Mar

En aquellos días en los que tuve oportunidad de caminar en la playa, estuve analizando tanto semejanzas como diferencias que hay entre cosas tan distantes y a la vez tan cercanas como son la arena y el mar.

Por un lado la inmensidad del mar, sus enormes olas, la fuerza que despliegan cada una de ellas, el vaivén poderoso y sin descanso, y así, día tras día, noche tras noche, solo dejándose llevar por la marea, la que dicta sus movimientos diarios, la que asemeja al ser humano que pone su ímpetu, su deseo de llegar a una meta, a un objetivo y que solo lo detiene esa barrera que significa él mismo.

El mar majestuoso, con olas imponentes termina su camino en la arena, con golpes continuos, certeros, borrando las huellas que en algún momento se fueron formando, como la vida misma, de lo que nace y de lo que muere, de lo que aparece para posteriormente desaparecer. Y es la lucha constante, interminable e  infinita entre la arena y el mar, entre el ser y el querer ser.

Cada ser humano mantiene dentro de su alma arena y mar, la lucha constante, interminable entre uno y la otra. Y todos somos tan diferentes, como los diferentes mares, como las diferentes arenas, olas gigantes, olas pequeñas, arenas claras, otras oscuras. Al final no se vencen el uno al otro, el triunfo consiste en mantener el equilibrio entre ambos.

Manuel

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